El transporte marítimo, que estaba superando los últimos efectos de la pandemia y adaptándose a las condiciones desafiantes del Canal de Panamá debido a la sequía, se vio sorprendido la semana pasada por una nueva amenaza imprevista: los ataques de los rebeldes hutíes en el estrecho de Bab al-Mandeb, ubicado en el Mar Rojo. Este desarrollo inesperado, calificado como un «cisne negro» para el sector, ha desencadenado una serie de consecuencias cuya magnitud aún está por determinarse.
El estrecho de Bab al-Mandeb es crucial tanto para la navegación hacia el norte, en dirección al Mar Rojo y al Canal de Suez, como para la ruta hacia el sur desde el Canal y el Mar Rojo hacia el Golfo de Adén, el Mar de Arabia y el Océano Índico. Los ataques sucesivos a buques mercantes importantes, como el «Maersk Gibraltar», el «Al Jasrah» de Hapag Lloyd y el «MSC Palatium III», llevaron a las principales líneas navieras, incluyendo MSC, Maersk, Hapag-Lloyd, CMA CGM, OOCL, Cosco Shipping, Yang Ming, ONE y Evergreen, a ordenar de manera encadenada que sus buques eviten la zona.
Esta situación también llevó a decisiones drásticas por parte de algunas compañías, como Evergreen, que suspendió temporalmente el envío de cargas a Israel, y OOCL, que citó problemas operativos para tomar medidas similares.
La resolución de esta crisis no parece inminente. Los buques que se encontraban entre el Canal de Suez y el estrecho en el Mar Rojo enfrentaron la difícil decisión de esperar una mejora en la seguridad de la región o tomar la costosa alternativa de dirigirse hacia el norte, cruzar el Canal de Suez y rodear África a través del Mediterráneo. Expertos como Lars Jensen señalan que la elección de esta segunda opción, a pesar de sus altos costos de tránsito y combustible, indica que los grandes portacontenedores no confían en que la situación se resuelva en las próximas semanas.
Ante esta amenaza, la asociación marítima internacional, Bimco, hizo un llamado a la acción conjunta de las naciones para proteger el transporte marítimo internacional, incluso mediante medios militares dentro de los límites del derecho internacional. En respuesta, el Pentágono inició la «Operación Guardián de la Prosperidad» con la participación de varios países, incluyendo el Reino Unido, Bahrein, Francia y Noruega. Sin embargo, el tiempo necesario para restaurar la seguridad en la región sigue siendo incierto.
Fuente: Mundo Marítimo